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El pescado robado del Sahara Occidental

Imagen: fotografía aérea del área pesquera de La Sarga, en Dakhla (Sahara Occidental), punto de partida de muchas embarcaciones de migrantes a las Islas Canarias

Al sur del paralelo 27°40’N que separa el Sahara Occidental de Marruecos, la pesca comercial continúa su curso con normalidad, ajena a las tensiones provocadas por un conflicto que lleva 45 años sin resolverse. El caladero sahariano, popular por su estado de conservación y la calidad de las capturas, seguirá explotado de forma ilícita por embarcaciones de varios países, al menos hasta nuevo aviso. Mientras tanto, en Europa, con los ojos ciegos de quien no quiere ver, continúa vendiéndose “pescado robado” gracias a la última renovación, en 2019, de los acuerdos de pesca con Rabat. Posiblemente, la mayoría de quienes lean estas líneas no estarán familiarizados con el asunto, pero casi con total seguridad habrán oído hablar del famoso pulpo “marroquí” o de los “calamares saharianos”, que se introdujeron en el sector como una alternativa de calidad, más económica que la española, que escasea por la sobreexplotación y las alteraciones medioambientales.

Pez atrapado en unas redes. Dakhla, Sahara Occidental.

El debate sobre la importación de pescado extranjero, sin tener en cuenta criterios de mercado, encierra otro tipo de cuestiones. La certificación de su procedencia, la técnica de recolección o el respeto de los derechos humanos parecen quedar relegados a un segundo plano. Así sucede en el caso del Sahara Occidental, donde Marruecos no ha dejado de sacar partido a sus aguas, al margen de las resoluciones de Naciones Unidas que consideran la antigua colonia española un territorio no autónomo y que, por tanto, no le pertenece en absoluto. En Europa, se lo hemos puesto fácil haciendo la vista gorda sobre los límites del litoral y bloqueando varias consultas al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre la legalidad de dicho acuerdo. Sin embargo, la última de estas consultas, presentada por el Frente Polisario, se examinará y el TJUE tomará una decisión a principios de verano.

La pesca en el Sahara Occidental supone para Marruecos un amplio beneficio, siendo además uno de los principales motores económicos de la región. El portal oficial marroquí Sahara Developpement afirma que la actividad pesquera en el caladero sahariano, cuya franja costera abarca 667km2, representa más del 60% de toda la pesca nacional en volumen. Aunque los acuerdos entre la UE y el reino alauí prohíben cualquier apropiación extranjera de los recursos de este territorio, son muchas las empresas europeas que actúan a través de estructuras corporativas opacas marroquíes, como denuncia la organización Western Sahara Resource Watch (WSRW). Sumado a esto, se torna difícil comprobar la procedencia del pescado, que puede ser congelado in situ y exportado, o procesado y envasado posteriormente en Marruecos. Según afirma WSRW en un informe publicado en su página web, en 2018, «101 de las 194 empresas de congelación de pescado que operan en Marruecos estaban realmente establecidas en el Sáhara Occidental ocupado», siendo la gran mayoría españolas. La organización señala también al puerto de Bremen, en Alemania, como «puerta de entrada de la UE» a la industria de aceite y harina de pescado del Sahara.

Todoterreno de pescadores
Al atardecer, cientos de pescadores se marchan de La Sarga para regresar a la ciudad de Dakhla

Un caladero que se resiente

La sobreexplotación del caladero y las variaciones climáticas están afectando, especialmente, al sector artesanal. A diferencia de los grandes buques de arrastre, los marineros tradicionales salen a faenar y regresan con las manos vacías. En la ciudad de Dakhla, al sur, las aldeas de pescadores comienzan a verse afectadas. Mohamed Said, que pasó varios años trabajando en España y tuvo que regresar, lamenta las condiciones en las que se encuentra este colectivo. «El mar está siempre revuelto. Es muy peligroso y, cada vez que sales, no sabes si vas a regresar», afirma, explicando que no vale la pena correr el riesgo. «En España cobraba diez euros la hora por trabajar en el campo, pero aquí gano menos por un día entero de pesca». La pandemia y las dificultades también han golpeado a la región, que está viviendo -ahora más que nunca- un éxodo hacia el archipiélago canario. Husein Muntasir, vicepresidente de la Confederación Nacional de la Pesca Artesanal de Marruecos, explicó a EFE en Rabat que, desde el año 2020, más de 11.000 empleos se están viendo comprometidos y que, por esta y otras razones, están aumentando las migraciones hacia las Islas Canarias desde la región.

Pescadores en el Sahara Occidental
La escasez de recursos, el riesgo y los bajos salarios están forzando a muchos pescadores a emigrar hacia otras zonas costeras

La renovación de los acuerdos de pesca entre la Unión Europea y Marruecos supone una contribución más al mantenimiento del statu quo y al bloqueo del proceso de descolonización. A la lista de recursos expoliados habría que sumar también la exportación de arena para playas de Canarias, Málaga o Mallorca, las plantas de energía eólica de la multinacional española Siemens-Gamesa, los yacimientos de fosfatos y un largo etcétera. Sin embargo, este conflicto enquistado desde hace más de cuatro décadas parece haber dado un vuelco tras la ruptura del alto el fuego entre el Frente Polisario y Marruecos. La última demostración de fuerza por parte del reino marroquí en diciembre de 2020, en el paso desmilitarizado del Guerguerat, al sur del Sahara Occidental, se llevó por delante el acuerdo de paz que ambas partes firmaron en 1991. Por lo pronto, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), solo reconocida como Gobierno por la Unión Africana, ha solicitado un asiento en la ONU para discutir el conflicto en la próxima reunión prevista para el 21 de abril, aunque Marruecos se opone a cualquier tipo de negociación que afecte a la soberanía del Sahara Occidental.

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